¿Caminando a ciegas?

No recuerdo aquel día en el que quedé purificada y no recuerdo en qué momento cerré los ojos ante mi vida, pero sé que nado a ciegas por un mundo de fé. Y no tengo miedo a que me pueda chocar, porque sé que estoy bien guiada, tengo confianza en mi andar, en mi sentir, en cada palabra.

No me dejo llevar por la situación, simplemente cumplo con lo que está escrito. No se puede cambiar el futuro, así que no me importa cómo se viva la vida. Un final inesperado es la muerte en nuestra vida, nadie sabe cómo vamos a acabar.

Pero no me importa cómo tenga que andar, en este mundo de amor y fé. Sé qué quiero, lo sé, por lo que me dejo guiar por ti, por el camino que has creado para mí.

Gracias, de verdad, sé que nunca podré agradecerlo lo suficiente.