martes, 9 de junio de 2009

¿Alguien se acuerda de Cristina?

No hacía mucho que la chica se había mudao a un pueblo pequeño. En cuanto llegó, conoció a una chica muy agradable, era Ángela. Tenían la misma edad y estaban en el mismo curso. Ángela salía con Antonio, también de su edad y curso. Su mejor amigo era Miguel.
Cuando la chica conoció un poco a Ángela, aceptó salir con ellos una tarde. Los dos chicos le parecieron muy amables.
-Bueno, encantada de conoceros, me ha parecido una tarde fantática -les juró Cristina cuando el sol se acabó de ocultar.
-Mañana volveremos a salir, ¿querás venir? -dijo Antonio, con una gran sonrisa en los labios.
-¡Oh! No lo sé, debería preguntárselo a mis padres. Pero gracias, de verdad. -Se despidió con una amplia sonrisa.

A la mañana siguiente, sobre las ocho de la mañana, escuchó el tibre de la puerta. Aún le faltaba peinarse, pero pensó que era el cartero y no le importó. Pero se equivocó: al otro lado de la puerta aparecieron los chicos que mismo la habían dejado ayer.
-Buenos días, ¿qué tal? ¿Vamos al instituto? -le preguntó el chico que era tan amigo de Antonio.
-Como habrás podido comprobar... aún no he terminado de prepararme y... -la chica bajó la cabeza, entonces el chico con el que hablaba sonrió.
-Te damos cinco minutos, vamos.
Les invitó a entrar y corrió escaleras arriba hasta llegar a su habitación y terminó de arreglarse. En cuanto lo hizo, invertió el camino y llegó al salón de su casa.
-Siento haber tardado tanto. ¿Nos vamos? No os van a dejar entrar en el instituto por mi culpa -dijo la chica muy avergonzada.
-Vamos Cristina, pero si no pasa nada -dijo Miguel sonriendo. Había pronunciado su nombre. Sintió un ataque de felicidad y le fue imposible quitar la sonrisa que dibujaba su rostro. Fue acompañada hasta el instituto y entró en la clase. Se sentó en su pupitre, sacó los libros y se acomodó para esperar a los profesores.
-Oye, no sé si te has enterado, pero Ángela dice que le gustaría ir al cine que hay al final de la calle. Estrenan esta tarde una película que lleva esperando desde antes del verano. ¿Te apuntas?
-Está bien, supongo. Aún no sé si mis padres me dejarán, pero por mí está bien.
-Entonces, esta tarde me pasaré por tu casa, ¿qué te parece? - Miguel esperó una respuesta. Cristina asintió y siguió escuchando. -Bien, pues a las cuatro y media estaré allí.
La chica pasó el día pensando en esa pequeña cita. No quería hacerse ilusiones puesto que él era demasiado para ella.
Cuando llegó la tarde sonó el timbre. Era Miguel, que se presentaba muy arreglado al otro lado de la puerta.
-Mamá, volveré pronto -le dijo Cristina a su madre cuando vió al chico.
-¿A las dos menos cuarto? -propuso Miguel entrando en la conversación.
-¿A qué hora? Ni lo sueñes, a las doce en casa. -repuso la madre bastante cabreada.
-Por favor por un día no pasa nada -dijo Miguel, quien hablaba con la madre de Cristina con cierto toque dulce, calculador y negociador.
-A la una y cuarto es mi última oferta. -cedió por fin la madre.
Los chicos se fueron a la casa de Ángela, donde también se encontraba Antonio. Poco antes de llegar a la casa, a Cristina le entró curiosidad.
-¿Por qué vamos a volver tan tarde?
-Vaya, se me había olvidado decírtelo. ¿Quieres cenar con nosotros, en el restaurante que hay cerca del cine? -expuso Miguel juguetón.
Llegaron a casa de Ángela, que se disponía a salir en ese mismo momento. Fueron los cuatro al cine y, dos horas después, se fueron a un parque cercano a esperar que fuera la hora de cenar.
-Cristina, ¿ha ido Miguel a buscarte? -Cristina asintió ante la pregunta de su amiga Ángela. -No se enfadarán tus padres, ¿verdad? Él siempre está pensando en sí mismo, no es normal que pregunte antes de hacer algo.
-¡Ah! No, pero si lo hizo. Me preguntó esta mañana si podía venir.
-¿De verdad? Este chico tiene que estar muy enfermo, haber si va a estar enamorado -dijo Ángela muy serena. Tan serena que a Cristina no le agradó su comentario.
-Ángela, te cuento una cosa y me prometes no intentar ayudarme, ¿vale? -en cuanto dijo esto esperó a que su amiga contestase, mientras se arrepentía de habérselo dicho. -Creo que me gusta un poco.
-¿Quién? ¿Miguel? -dijo Ángela casi gritando.
-Calla, sí -contestó my enfadada Cristina.
-Coquetea con él, si cae mejor para ti.
-Y si no le gusto pierdo su amistad -reprochó Cristina, continuando ésa trágica oración que había empezado Ángela.

[...]


*Adaptación hecha por mí.

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